Nunca te quise dar en la jeta, Javier

Unos latinos se cuelan en una fiesta de un lujoso barrio neoyorquino para celebrar el fin del milenio; varios amigos se meten a una iglesia en busca de una Biblia que contiene imágenes pornográficas; cuatro jóvenes son detenidos por un retén de la policía tras una noche de excesos; una salida inocente termina con la revelación de una atracción imposible

Esas son algunas de las historias que componen el presente volumen, ganador del Premio Nacional de Cuento «Ciudad de Bogotá» en 2005. Veinte años después, Alfaguara publica la edición definitiva y ampliada de esta antología ecléctica, reflejo de los anhelos y las exploraciones de personajes generacionales que tratan incansablemente de encontrarse a sí mismos.

«La incuestionable vigencia de este libro de Juan Álvarez radica en la urgencia de su pregunta sobre cómo ser joven en un mundo para el que siempre es demasiado tarde. El cuento, como forma, es su respuesta al carácter fragmentado de nuestro relato personal y colectivo. Cada pieza de este libro aventura una nueva técnica. Cada cuento es una oportunidad para entender que «los caminos son estrechos», y por ellos esparcimos la promesa rota, nuestro atado de fuego. Desde la intensidad y el fulgor de los que son capaces estas páginas, escribir quiere decir arder».

Andrea Cote

La crítica ha dicho:

«Qué placer y qué lujo volver a escuchar la voz de estos cuentos después de tantos años. Una voz múltiple, diestra y juguetona, una voz amistosa que te hace reír mientras te cuenta cosas mundanas y terribles con maestría. Si los libros son puentes que mientras se escriben se queman, esta es una conflagración a la que van a querer asistir». Megan McDowell

«Juan Álvarez habla con voz nítida y segura de una generación detenida al borde de la edad adulta, no por una necia insistencia en los mitos y el desperdicio de la juventud, sino con una resistencia que denuncia el derrumbamiento del mundo construido para ellos. Los suyos no son personajes indecisos sino observadores escépticos, que miran con inteligencia y desconsuelo hacia el mundo que los espera y rondan, incómodos, por una ciudad que nunca ha sido suya».Margarita Valencia

«Mostrar calle es muy berraco, y hacerlo por medio de palabras más berraco aún. Se necesita observar, se necesita vivir, se necesita escuchar y sintonizar en vísceras y cerebro con el monstruo de concreto para desmenuzar la ciudad, desorganizar las estructuras y echar a correr las palabras. De eso le sobra a Juan Álvarez». Toxicómano Callejero